Jarocho ha destacado en la cuarta de abono de la Feria de Fallas, segunda novillada con picadores del ciclo, celebrada hoy en la Plaza de Toros de Valencia. Oreja y vuelta al ruedo como premio a una tarde de compromiso y entrega. El Niño de Las Monjas saludó una ovación y Zulueta resultó silenciado en su lote. Se lidiaron novillos de Fuente Ymbro.

Con muchas ganas llegó Jarocho a su presentación en Valencia. Recibió a su primer novillo en el tercio con dos largas cambiadas rodillas en tierra. Cogió los palos, al igual que haría en el quinto, consiguiendo dos buenos tercios de banderillas. También de rodillas lo inició de muleta largo y templado conectando con el tendido. Gustó la torería de Jarocho, que entendió la embestida repetidora y alegre del segundo de la tarde consiguiendo conectar con los tendidos. Las manoletinas pusieron el cierre a una seria actuación que coronó con una gran estocada para pasear la primera oreja de la tarde. Con el quinto estuvo muy asentado. Buscó siempre la colocación y dio los tiempos que el novillo requería para intentar ligar una embestida huidiza y sin entrega del Fuente Ymbro más deslucido del festejo. De nuevo entró el acero arriba y tras petición dio una vuelta al ruedo. 

Muy seguro y con las ideas claras durante toda la tarde se reencontró con su plaza y su ciudad de Valencia ElNiño de Las Monjas. Predisposición y ganas mostró en su lote, sabedor la importancia de la tarde. Variado de capote, consiguió con el abreplaza una de las faenas de más peso del festejo. Lo recibió en la puerta de toriles. De muleta quiso ligarlo largo y templado por el derecho, el pitón por el que consiguió los mejores momentos. Cariño recetó el público a su paisano que exprimió a un Fuente Ymbro de embestida noble. El cuarto le permitió menos opciones. El desacierto con el acero en su lote lo privó de un premio mayor.

El sevillano Javier Zulueta tiene una facilidad innata a pesar de su corto bagaje. Por ligadas verónicas recibió al tercero de la tarde. En la muleta, toreó con suavidad y gusto la embestida de más clase del festejo. Quiso imprimirle Zulueta ritmo llevándolo hasta el final, sobre todo por el derecho, donde consiguió los momentos más lucidos en una labor que no terminó de romper. En el sexto buscó de nuevo la colocación y consiguió por momentos ligarle muletazos dejándole la tela en la cara ante una embestida sin continuidad ni transmisión. Desacertado con los aceros fue silenciado en su labores.